Nervios
Desde
hoy a las 7 de la mañana cuando me puse este guardapolvo blanco,
siento que el nudo en la garganta se hace más grande. Casi no puedo
hablar. Pasé la noche dando vueltas en la cama sin poder dormir. Ya
son casi las 8 de la mañana. El patio de la escuela está lleno de
gente. Trato de sonreír a todos para no quedar mal con nadie. Hay
mucha gente dando vueltas acá; eso lo tengo en cuenta recién ahora.
Parece que me produce más temor. Los zapatos me hacen doler los pies
y se me debe notar en la cara. Tengo que disimular, sino se van a
reír de mi.
Es mi
primer de clases y, si bien siempre lo esperé, ahora que llegó,
no sé por qué tonta razón, quisiera salir corriendo.
Está
sonando la campana… ¡qué nervios!
Ya la
Directora nos está llamando para que ocupemos nuestros lugares. Casi
no puedo caminar de los nervios y a eso se le suma la ampolla que me
está saliendo por culpa de estos zapatos. Esta mañana le dije a mi
mamá que por ahí era mejor usar unos viejos, pero me convenció
para que me ponga estos.
Trastabillo. La mano de la señorita de 5to. me sostiene. ¿Estás
bien, Rosita? Sí, sí –respondo con timidez- ¡Gracias!. – De
nada, yo también estaba muy nerviosa mi primer día de clases; no te
preocupes.
Por micrófono se escucha a la Señora Directora llamarnos y
darnos la bienvenida. Lentamente se va produciendo un silencio
absoluto.
- Señorita
Rosita, acérquese, así los padres y los niños de primer grado la
pueden saludar.
Respiro bien hondo y pienso en todo el esfuerzo que hice para que
llegara este día.
Y ahí voy yo, sacudiéndome los nervios, olvidándome de la ampolla
y orgullosa por haber hecho realidad el
sueño de ser maestra. Una inmensa sonrisa ilumina mi rostro. Mis
zapatos acompañan bellamente mis pasos firmes.
Imagen: elkolitrinche.wixsite.com