Al
azar
Me puede. Es más fuerte
que yo. La miro y me digo “esta vez no, esta vez me voy a aguantar
aunque me crujan los dientes y me tiemble el cuerpo. Ya me lastimé
demasiado por andar tras ella. No la voy ni a mirar, así si la
ignoro por completo, por ahí logro mi propósito”.
¡Es que es tan hermosa,
suave, huele tan bien! Me eriza la piel de sólo imaginarla.
Pero no puedo, sé que está ahí y
no puedo…
¡Má sí! Yo, lo dejo al
azar. Voy a empujar con fuerza para intentar abrir la ventana, y si
puedo salir, corro detrás de ella.
¡Al fin y al cabo los
perros nacimos para jugar con las pelotas de tenis!
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