domingo, 19 de abril de 2020

Agosto


Agosto

         Como cada agosto entró en la casa de infancia.
        Agarró la foto familiar y besó a cada uno de los retratados.
        Apoyó el portarretrato contra su pecho, bien cerca del corazón.
        ¡Cómo añoraba esos días!
        Eso pensaba cuando escuchó que llegaban. Dejó rápidamente el cuadro sobre la chimenea. No quería asustar a la abuela que se había dormido al lado del fuego en su mecedora de mimbre. “Te quiero” le susurró al oído cuando pasó sigiloso a su lado.
        Entonces, sólo entonces, se retiró tranquilo. “Hasta el próximo agosto”, pensó.
        Antes de perderse tras las paredes, tapó a la abuela con la manta verde. Realmente la extrañaba. Por ese lazo único que los había unido en vida, ella sentía que él venía cada agosto.
        Se volvió a la tumba.
        Los demás, empezaban a llegar del cementerio. Nunca lo habían querido, en verdad; salvo la abuela, que le había dejado toda su herencia.
        Pero “una flor no se le niega a nadie”, comentaban los parientes una vez al año. 
        Siempre en agosto.





Fotografía de: Gabriel Sarco