jueves, 14 de mayo de 2020

Deseo





Deseo


          Uno de estos días me voy a animar. Voy a correr tan rápido que no me van a poder alcanzar.
          Lo único que me detiene, por el momento, es la pequeña Mercedes. Veo en sus ojos celestes tanto amor cuando me mira y me acaricia… que me da miedo que pueda leer mi pensamiento.
         Me hubiera gustado que esto fuera de otra manera, pero es casi imposible no sentir estas ganas de irme. Es algo que está dentro de mi alma.

         Tal vez algún día tome coraje y me una a la tropilla de caballos salvajes que pastan en la parte más alta de la montaña; espero me acepten y no tengan en cuenta que soy un caballo domesticado.

domingo, 3 de mayo de 2020

Amigos fieles



Amigos fieles


          - Lo bueno de todo esto es que a pesar del tiempo, seguimos siendo seis y estamos unidos, aunque a veces tenemos nuestras peleítas, sobre todo cuando aparece una bella dama a robarnos la tranquilidad 

          Nadie levantó la vista pero todos lo escucharon. Siguieron con la modorra que siempre ataca a esa hora del día.
          Allí estaban los seis amigos descansando debajo de uno de los árboles frondosos del corredor aeróbico de Muñiz*, viendo cómo una cantidad de gente pasaba al lado de ellos corriendo, transpirando y a pesar de eso, parecían alegres.
          Luego de esa merecida “siesta” de verano, decidieron caminar un poco. Como si alguno hubiera dicho “¿vamos?”, todos se pararon al mismo tiempo.

          -¡Lindo día para estirarse un momento!

          Se dirigieron hacia las avenidas Presidente Perón y Pardo, donde antes estaba el Supermercado Norte, y en esa esquina ¡comenzó la corrida!
          - ¡Dale Tímoty, ponele un poco más de onda!
          - ¿Qué onda? Hago lo que puedo Melman, yo no soy tan joven como vos!
          - A ver, córranse de ahí que voy a encargarme yo – dijo Picárd.
          -  Sí, yo te acompaño – se escuchó decir a Sólivan – estos dos, hasta que se pongan de acuerdo … se nos van a ir las ganas de vivir esta aventura.
          - Tenés razón- le contestó Richard - ¡vamos!
          -  Prepárense que ahí viene uno gris - volvió a hablar Picárd.
          -  Les dije mil veces que soy daltónico, o sea que no distingo un color de otro, mejor digan “ahí viene uno grande o uno chico”-
          - Perdón abuelito Jack, jaja, por hoy te prometo que no volverá a pasar.

          Y allí salieron corriendo todos detrás del auto gris-grande.

          - El diente, el diente, te dije mil veces que no te acerques del lado del diente cariado (esa era la voz de Picárd hacia Jack)

          En carrera fueron detrás de la rueda del auto.
          El calor ya se hacia insoportable.
          El haber gastado energía en la esquina, les estaba provocando hambre.

          En eso, desde adentro de la casona amarilla, observan que se acerca doña Cata, con una olla bien grande y cargada de comida. Coloca un poco de la misma en cada uno de los seis potes de helados de tres litros, que se encontraban vacíos.

          - A ver perritos, vengan a comer un poco de arroz recién hecho y dejen de correr tanto a los autos, a las motos y a las bicis; uno de estos días va a pasar una desgracia si siguen jugando así… ¡Cucha vos, marrón, no muerdas al gris! (dirigiéndose primero a Melman y después a Tímoty) ¡Hay comida para todos! ¡Vamos, vamos, cada cual coma de su tarro!

          - Otra vez arroz, dijo Richard, pero bueno, al menos alguien se ocupa de nosotros . 

          Y se acercaron los seis moviendo la cola felices hacia la vereda de esa casa.
Contentos y también alertas de que no anduviera cerca el camión de la perrera; a ese le conocían el ruido del motor; apenas lo escuchaban parecían que volaban de lo rápido que iban; tanto que no veían nada a su paso, y se escondían en su lugar secreto al lado de las vías muertas.

          - Mmm, bastante rico el arroz de hoy – piensa Jack mientras saborea la comida.
 - Che Melman, mirá quién va por la vereda del supermercado: ¡guauuuu ese gato siamés que taaaaanto te molesta!

          Y Melman cruza corriendo la avenida; eso si, lo hace con precaución, no sea que ocurra un accidente. Y Jack aprovecha y come doble porción, gracias al minino.

Fotografía de Gabriel Sarco