¡Ufa!
Me llamo Pedro, Pedro Parker y no
soy el hombre araña argentino.
Tengo nueve años voy a cuarto
grado de los viejos y cuarto año de los nuevos, y este año le prometí
lealtad a mi Bandera. No entiendo muy bien qué quiere decir esa palabra, pero
prometí cuidarla, amarla y defenderla y esas tres cosas sí las
entiendo.
Ahora que ya les conté más o
menos algo de mi vida quiero que sepan que hoy estoy enojado, así
que no esperen mucho de mí.
Me levanté con “el raye”
como dice mi mamá. No sé por qué pero todo me cae mal, nada me
gusta.
Ya desde que comenzó la mañana
sentí una bronca conmigo mismo que casi me ladro al mirarme al
espejo; para colmo me voy a preparar la chocolatada y le siento
gusto feo. ¿Estará vencida la leche? Sí, aunque no lo crean me la
paso mirando las fechas de vencimiento de todo porque no quiero morir
fulminado por ninguna bacteria. No, no está vencida; si lo
estuviera se la dejo para que la tome mi papá que no tiene ninguna
obsesión con las bacterias venenosas.
Sigamos. Cuando terminé de
desayunar me quité el pijama, no porque tuviera ganas, sino porque
mi mamá me dice que me cambie ya que no soy ningún actor millonario
de las novelas mexicanas que se la pasan todo el día en pijamas. La
ropa que me puse me picaba. ¡Ufa!. De repente, en medio de esa
queja, me acordé que tenía tarea. Nooo! ¡qué mal!, ahora tendría
que aguantar no sólo mi mal humor, sino además el reto de mamá
porque a ella no le gusta que haga tarea durante la mañana.
La hice así nomás. Todo
enojado. Espero al menos zafar y sacarme un siete, lo importante es
aprobar, con el día que tengo hoy, no espero más que eso.
No sé ni lo que quiero. ¡Ufa!
¡Qué bronca me da estar con bronca! ¿Qué habré soñado que estoy
tan enojado? Ni eso me acuerdo.
La mañana se me pasó rápido.
Después de la tarea mamá me mandó a juntar todos los juguetes que
el insoportable de mi hermanito había dejado tirados por toda la
casa. Los revoleé así nomás en el cofre, si es él el que los saca
y los tira… ¿por qué tengo que juntarlos yo?
Mamá me llamó a almorzar. ¡Ufa!
¡No podía creerlo! ¡Canelones de verdura! ¡No me gusta la
verdura! No soy un pájaro para comer verduras. Entre el enojo y la
bronca que tenía no podía disimular mi cara de asquete ante la
comida. Y mamá se dio cuenta. –Pedro, comé lo que hay que esto
no es un restaurante- . Como pude comí la mitad de uno que era
enorme.
Me preparé para la escuela. Me
lavé los dientes con rabia. La cara así nomás. ¡Ufa! No quiero ir
a la escuela. Mamá me dice que me parezco a Felipe de Mafalda porque
vivo soñando que la escuela se va a destruir y que yo no tengo que
ir más. Con la rabia que vengo acumulando desde que me levanté lo
que menos quiero hacer es ir a la escuela. Hoy no tengo ganas de
sentarme con nadie. No quiero que nadie me pida nada prestado; ni
hojas, ni lápices, ni sacapuntas, nada de nada y menos galletitas en
el recreo ¡y ni hablar de que me tomen un poco de jugo! Odio que me
usen mi bombilla, sobre todo por las bacterias fulminantes.
Así fui a la escuela, con esa
cara de enojado que ni falta hizo explicarle a nadie que quería
estar solo. Para colmo de males, por culpa de los que corrieron en el
primer recreo nos suspendieron los dos recreos que faltaban ¡ufa!;
re mala la directora, parece que ella nunca corrió en los recreos.
Cuando volví a casa, le sentí
el mismo gusto feo a la chocolatada. ¡Ufa! Eso quería decir que mi
enojo continuaba. Cuando terminé me preparé para ir a taekwondo;
ahí pensé que iba a poder descargar un poco de bronca; pero no, hoy
no hicimos combate, solamente ejercicios y el profesor me corrigió
un montón de errores. ¡Ufa! Ni el deporte me sale bien hoy.
Llegué a casa, me mandaron a
bañar. ¡Ufa! No me gusta bañarme, el agua está mojada y no me
gusta; pero antes que oír la cantinela de mamá preferí ducharme.
Cuando salí de la bañera me patiné y casi me caigo, ¡por favor,
hoy todo me sale mal!
Prendí la compu. Quería jugar
en red pero ninguno de mis amigos estaba conectado, así que la
apagué y pensé – que se joroben, total no tengo ganas de jugar-
-Pedro sentate a comer- dijo mi
papá. Y ahora ¿qué espanto habría de cenar? No te digo, no tengo
suerte! Salchichas con puré. ¿No podían hacer unos panchos?, no,
tenían que hacer salchichas con puré, no me gusta el puré. ¡ufa!
Así estuve todo el día:
enojado, enojadísimo. Y llegó la noche y me fui a dormir y de la
bronca no me podía dormir; hasta que pensé:
-
bueno, ya está, demasiado enojo para
un solo día.¿Al final quién soy yo, el hombre araña o el
increíble Hulk que está todo el tiempo enojado?
Respiré profundo, traté de
recordar las cosas que me gustan; respiré otra vez y ya estaba casi
dormido esperando que la bronca desaparezca. Creo que lo pude lograr,
después de todo soy un poco el hombre araña argentino, tenemos el
mismo apellido y mi nombre en inglés es Peter, Peter Parker.
Ese apellido tan especial lo
heredé por la familia de mi papá.
El abuelo dice que somos
descendientes directos de una duquesa que se llama Camila Parker
Bowles, o algo así, (a mi me suena a bols de plástico para guardar
la comida, en realidad).
El otro día busqué por
Internet a esa señora y la encontré, en verdad es duquesa y
también princesa porque está casada con un tal príncipe Carlos de
Gales que a su vez estaba casado con la princesa Diana de Gales.
¡Pavada de parientes tenemos el abuelo, papá y yo!
La abuela opina que el abuelo es
descendiente directo del hombre araña porque es un “colgado”. Se
nota que es un chiste ya que todos los adultos se ríen cuando le
dice así; yo no lo entiendo y en realidad, nunca lo vi al abuelo
colgado de ningún árbol…
Y ahora que pienso en mis
abuelos, se me está pasando el mal humor; es que con ellos hago lo
que quiero, dice mi mamá. Me compran la revista semanal infantil, me
regalan golosinas, juegan conmigo al chinchón o la escoba de 15 (y
siempre me dejan ganar). Es más, si se me antojara un canguro,
seguro irían a Australia a traerme uno, pero esa idea la descarté
porque no tengo lugar en el patio.
Y ahora que pienso en ellos,
definitivamente, se me pasó el malhumor.
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